La construcción es un elemento clave en la lucha contra el cambio climático y por eso es necesario impulsar nuevas formas de construcción más limpias, que creen nuevos edificios capaces de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero; que permitan lograr un ahorro energético y que, al mismo tiempo, sean capaces de mejorar su eficiencia, seguridad y sostenibilidad. Sin actuaciones concretas para avanzar en esta línea difícilmente podremos cumplir con los objetivos marcados por la Unión Europea con el objetivo de reducir las emisiones de CO2 en un 40% para el año 2030.
Prácticamente, el 50% del consumo final de energía en Europa procede del uso de calefacción y refrigeración en edificios. Es por este motivo que que la rehabilitación de edificios existentes ha de ser prioritorio en cualquier política seria en contra del cambio climático que se preste, con el fin de optimizar el gasto energético en los edificios ya existentes, así como, por supuesto, en las nuevas construcciones. La Unión Europea plantea reducir la demanda energética como fase previa a la implantación de nuevas fuentes renovables de energía. Es por esto que el primer paso consiste en rehabilitar todos los edificios en uso antes del año 2050 de forma que su gasto energético sea prácticamente nulo.
Esto implica adoptar estrategias nacionales de rehabilitación a largo plazo, con lo que es necesario impulsar ayudas e incentivos económicos que permitan a los ciudadanos afrontar los gastos que implica adecuar sus hogares para poder afrontar la emergencia climática.
Es el modelo seguido por Dinamarca, donde se aplican desgravaciones en el impuesto sobre la renta a aquellas personas que han realizado obras de rehabilitación para mejorar la eficiencia energética de sus viviendas. Holanda, por su parte, ya ha anunciado que en 2023 los edificios deberán tener una calificación energética mínima para poder ser alquilados como espacios de oficinas, algo que Inglaterra y Gales ya contemplan desde el año 2015. Entonces, entraron en vigor reglamentos que impiden el alquiler de edificios, residenciales o no, que incumplan con los niveles de eficiencia energética exigidos.
Pero no basta con limitar las emisiones de las edificaciones en la fase constructiva y a lo largo de su vida útil. Hemos de avanzar hacia nuevas formas de construcción que preserven los recursos naturales; en las que sea factible reutilizar y reciclar materiales. Y a aplicar, en definitiva, los principios de la economía circular, que también dependen de cómo se levante un edificio. Se trata de avanzar tanto hacia una nueva cultura del mantenimiento, y hacia nuevas formas de construcción con el objetivo de reducir al máximo las emisiones de efecto invernadero, con el fin de optar a un futuro más limpio.
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“Hacemos relativamente sencillo lo extremadamente complejo”