Seguro que has oído hablar de la inercia térmica, pero ¿sabes realmente cómo aprovecharla para minimizar tus facturas? La inercia térmica es la capacidad que tiene un material para almacenar energía, es decir, calor. Por lo tanto, cuanto mayor inercia térmica tenga la fachada de tu vivienda mayor cantidad de calor será capaz de acumular y de transmitir al interior de tu hogar. Este efecto no siempre es deseado, por ejemplo, si vives en un clima cálido, te interesará impedir que el calor entre, por lo contrario, si vives en un clima frio, querrás buscar estrategias para potenciar el almacenaje de calor en tu vivienda.
Foto by Sarah Ellison Design Studio
Pero ya bien sea para impedir que el calor entre o salga, la pieza clave es el aislamiento de tu hogar. Éste pequeño gran cambio se traducirá en una reducción de hasta el 50% de tu gasto energético mensual, representando un gran ahorro económico. Para ello, tienes dos opciones, aplicar aislamiento por el exterior o por el interior de tu vivienda. Es importante que conozcas cada sistema para que puedas escoger cuál es el más indicado en tu caso.
El aislamiento por el exterior consiste en forrar la piel que envuelve toda tu vivienda, es decir, las fachadas y la cubierta. Es un sistema muy efectivo ya que cubre todos los posibles huecos por los que el calor pueda entrar o salir, eliminando la formación de moho y humedades y aumentando el aislamiento acústico. No implica ni obras ni afectaciones en el interior de tu vivienda y mejora el aspecto actual de tu fachada.
En el caso de este método no sea posible, puedes aislar tu vivienda por el interior. Este sistema también ofrece mejoras energéticas y acústicas, aunque deberás tener en cuenta de que no garantiza un aislamiento tan eficaz como el exterior, puesto que pueden quedar puntos desprotegidos, conocidos como puentes térmicos. Además, es importante que tengas en cuenta que el espacio interior se verá ligeramente reducido, puesto que el grosor de tus paredes aumentará
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